miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA VISIÓN DE ORWELL

LA VISIÓN DE ORWELL


Mi capacidad de sorpresa se está disipando con los años, en parte por lo vivido, de lo que son testigos mudos mis canas, y en parte por la pérdida de la inocencia. Es triste, pero es así, en este nuevo mundo que nos toca vivir, o eres presa o depredador. Los nuevos gobiernos autoritarios inculcan eso a las futuras generaciones casi desde que nacen. Reforman leyes, pisotean derechos constitucionales, sacrifican a sociedades enteras, e instauran nuevos gettos… todo ello, para mayor gloria del Poder y el Orden Establecido.

Ahora, que la convivencia con mis arrugas y mis primeros achaques, me han dotado de paciencia y una gota de sabiduría, veo muy diferentes las cosas a como las vivía en mi efusiva juventud. Recuerdo que me torturaron hace treinta años con un trabajo sobre “1984”, de George Orwell, una auténtica losa soporífera. Sin embargo, la he releído hace muy poco, ya bien sobrepasada la cuarentena, y me ha cautivado. La visión de este escritor británico, valiente, comprometido con el pueblo, condenado por el nazismo que se extinguía y acosado por las nuevas filosofías de dictaduras encubiertas que renacían en Europa y EE.UU. tras la Gran Guerra. En serio, recomiendo su lectura, porque el corazón se me amarga al descubrir los mismos miedos que convirtieron a Orwell en un maldito, en la España, la Europa y los EE.UU. de hoy. Si el pobre George levantara la cabeza de su fosa, pensando que su maravillosa “1984” iba a servir a generaciones futuras para aprender de sus errores… se volvía a meter en su tumba otros setenta años.

No quiero caer en la crítica manida de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana aprobada por la apisonadora absolutista del Partido Popular ayer en el Congreso. Entre otras cosas, porque el fascismo, la sinrazón, el autoritarismo y el Estado Policial al que nos lleva, ya se descalifica por sí solo. Y sintiéndolo mucho, el que no lo vea así, espero que no se las tenga que ver nunca con un fornido muchachote de la Policía Nacional o la Guardia Civil, porque prácticamente pueden hacer contigo lo que quieran: desde arruinar tu vida a base de multas sin arbitrio de juez (ahora ellos son “la justicia”, como decía el Juez Dredd), a mancillar tu honor (ellos tienen presunción de veracidad). Es decir, que da igual que usted tenga la razón, si él dice negro, es negro. Y si pretende usted demostrar su alegación grabando al susodicho uniformado, craso error, 30.000€ de multa… y ni se le ocurra difundirlo a un medio de comunicación o a sus amigos: 60.000€ y posible pena de prisión. En fin, esto sólo por citar algunos puntos simpáticos de la nueva criatura del PP. Cuanto más leo, más nervioso me pongo.

Dicho esto, vuelvo a Orwell, ese genio visionario del siglo pasado. Se acaba de publicar un libro sobre su vida, “Orwell, a life in letters”, en el que se recoge una demoledora carta suya, en la que describe un sobrecogedor Primer Mundo de finales del siglo XX. Una carta que más tarde reconoció que fue el germen de su maravillosa obra, “1984”, y la no menos impresionante “Rebelión en la granja”. Voy a citar sólo algunos párrafos de esa carta, para que el que me lee sopese si no nos encontramos en el despiadado mundo que él profetizó.

“Me temo que, desgraciadamente, el totalitarismo está creciendo en el mundo. Hitler pronto desaparecerá, pero a costa de fortalecer a Stalin, a los supermillonarios estadounidenses e ingleses, o a los pequeños fuhrers al estilo de De Gaulle”.

“En el mundo que veo venir, en el que dos o tres superpoderes tendrán control absoluto, 2+2 será igual a 5, si así lo desea el fuhrer de turno”.

“La mayor parte de la élite poderosa o intelectual inglesa, se opone a Hitler y apoya a Stalin. Cuando rascas un poco, la mayoría de ellos apoyan  policías secretas, métodos dictatoriales y la sistemática falsificación de la Historia siempre que beneficie a los nuestros”.

“Los Gobernantes proclaman que todo es por una buena causa, y el pueblo no reconoce los síntomas siniestros. En realidad, sólo se está ayudando a legitimar el autoritarismo”.

 “Desde que la guerra contra el totalitarismo comenzó en España, en 1936, creo que la causa que defendí sigue siendo la más honesta. Sin embargo, para que continúe a través del tiempo siendo la más honesta, necesitamos una autocrítica constante”
“Mientras escribo esto, seres humanos muy, muy civilizados, sobrevuelan sobre mi cabeza, dispuestos a matarme”.

“Ellos no sienten ninguna enemistad hacia mí como individuo. Yo tampoco hacia ellos. Sólo están haciendo su tarea,, como dice el proverbio. La mayoría de ellos, no tengo ninguna duda, son buena gente y jamás cometerían un asesinato en su vida privada. Por otro lado, si alguno consigue matarme hoy, tampoco tendrá ninguna pesadilla. Están sirviendo a su país y eso parece que les absuelve de todo mal”.
Bueno, pues ahí queda eso. Setenta años de Humanidad, guerras, revoluciones y escuetos momentos de paz y convivencia, y aquí nos hayamos de nuevo. Sirva de anécdota, que George Orwell, voluntario de las Brigadas Internacionales, héroe condecorado de la Guerra Civil Española, regresó a su querido Londres cuando Francisco Franco, aprendiz aventajado de fuhrer, instauró su dictadura. 
Con sus artículos periodísticos, sus maravillosos libros inmortales y sus entrevistas radiofónicas, dio amparo y aliento a los millones de españoles que se tuvieron que meter el orgullo y su pena en una maleta y exiliarse a Sudamérica y Europa. Orwell los elevó a categoría de héroes, por su sacrificio y su maldición, por su exilio forzado por defender la democracia ante la barbarie de la dictadura y el fanatismo ultra católico, por atravesar huyendo medio mundo, para encontrarse de nuevo, a los pocos años, con los Hitler, Mussolini, Pinochet, Videla y tantos otros iluminados y salvapatrias.
Este mundo de hoy no es aquél de Orwell. A las dos semanas de escribir esta carta, un misil V2 alemán cayó en su calle de Londres, haciendo una masacre entre sus vecinos, convirtiendo su barrio en un cráter e hiriendo a su familia. Fue como un aviso, una premonición… si te enfrentas al poder, al autoritarismo, hasta la suerte mira para otro lado, y captas la atención de la Muerte. Aquel aterrador mundo que él vivió costó ciento diez millones vidas inocentes. Pero, debo reconocer, que cada ley que se reforma, cada decreto que se aprueba, cada derecho fundamental que se pisotea para consagrar el status de unos pocos privilegiados, nos acerca siniestramente a ese mundo sobrecogedor.
Grande Orwell, valiente, comprometido con el pueblo, inmortal. La lectura, la educación y la cultura perjudican seriamente la ignorancia, tan querida por los que ostentan el poder.