EL
ECTOPLASMA
Ectoplasma, más conocido
vulgarmente como espectro o fantasma, es una palabra que en lengua griega se
traduce como “aparición”. Es la mejor definición que se me antoja fiel a la
personalidad de ese proyecto fallido de ser humano, que tiene la fea costumbre
de manifestarse cuando menos se le necesita, y que responde al nombre de José
María Alfredo Aznar (sí, con tres nombres de pila, como Dios manda).
Admirado, idolatrado por
empresarios, políticos, periodistas y votantes vinculados a sectores ultra
conservadores. Odiado y perpetuo en el recuerdo, como una trágica pesadilla,
para los amantes de las políticas
progresistas, mal denominadas “de izquierdas”. Desde luego, nuestro ex
presidente del Gobierno, que dirigió el destino de España con puño de hierro
desde 1990 hasta 2004, no deja a nadie indiferente.
Sus nostálgicos fans, aluden al
milagro económico español, el de los millones de puestos de trabajo que dio la
construcción, el de los pelotazos inmobiliarios que convirtieron a arriesgados
empresarios y corruptos políticos en millonarios, de la noche a la mañana. Eso
no se le puede negar. En la época vacas gordas, no había quien le chistara,
todo el mundo estaba gozoso de tanta orgía económica. Mi país hervía con el
“España va bien”.
Pero si algo he aprendido con mis
años de lectura y de amor por la historia, es que la objetividad, el juicio
justo, sólo te lo otorgan el tiempo, la sabiduría que dan las canas (la
experiencia de lo vivido), y el acceso a la información, por supuesto. Y cuando
asisto a una nueva aparición del ectoplasma, acuden a mi memoria episodios de
la historia de España, que también hay que sumar a los antes mencionados, y
claramente a su favor.
Para empezar, como ya dejaron
para la posteridad grandes hombres como José Luis Sampedro o Julio Anguita, él
fue el principal responsable de la monstruosa crisis que nos ahoga. Sí, él
aprobó su Ley del Suelo de 1998, y con ella llegaron la especulación
urbanística, la corrupción desbocada… y, para comprar voluntades, los albañiles
y escayolistas cobrando 2400 euros al mes. Para redondear la faena,
paralelamente reformó la ley que limitaba los fondos de seguridad financiera, y
permitió que los bancos se endeudaran hasta las cejas, mediante créditos de
grupos bancarios alemanes. ¿Os suena el concepto “Burbuja Inmobiliaria”? Pues
nació con el ectoplasma.
Con su mandato, con su desidia a
la vigilancia de la prevención de riesgos laborales, los accidentes mortales en
el trabajo se incrementaron un 42% de 1996 a 1999. El precio de la vivienda subió
a un ritmo del 17% anual, para llegar a duplicare durante su mandato de 1996 a
2004. Nadie, ni siquiera su amigo George Bush, consiguió esa catastrófica
machada.
El ectoplasma nos convirtió en
miembros fundadores del euro en 1998 y, al no legislar el “redondeo” de
equiparación con la antigua peseta, los precios se incrementaron un 25% de un
día para otro. Aznar aprobó en 1996 su “Programa de modernización del sector
empresarial público español”, mucha verborrea que resumo yo rápidamente:
privatizó Telefónica, Endesa, Aceralia, Argentaria, Tabacalera, Repsol y Gas
Natural. Qué bien le vendría al pueblo español ahora, esos dividendos… sólo con
los beneficios de todas ellas en 2012, dejaríamos atrás de largo la crisis.
Especialmente le estará agradecido el Sr. Villalonga (compañero de pupitre en
el colegio de José María y Rodrigo Rato) y su consejo de administración, que se
repartieron 70.000 millones de pesetas en bonificaciones, por la privatización
de Telefónica. Eso sí que es un plus y lo demás son mamandurrias.
En 1999, nuestro ex presidente
votó a favor del bombardeo de la OTAN en Yugoslavia, provocando miles de
muertos civiles, en suelo europeo. En 2002, el ejército español desembarca en
Afganistán (ahora bajo bandera de la ONU), y se convierte en la misión
internacional que más militares muertos ha ocasionado a nuestro país. Mis canas
ya han confirmado que toda esta intervención no fue más que servilismo ante los
EE.UU., en una guerra encubierta en la que jamás debimos estar.
Y llegamos a la guinda de nuestra
política internacional: 16 de marzo de 2003, Cumbre de las Azores. George Bush,
Tony Blair, Durao Barroso y Aznar, se confabulan y actúan de mamporreros del
todopoderoso ejército de los EE.UU. y deciden que la mejor manera de devolver
la democracia a Iraq, es arrasarlo con misiles, masacrar a 2 millones de
iraquíes civiles, y provocar la mayor tragedia humanitaria del siglo XXI, con 3
millones de desplazados. Por cierto, el ectoplasma sólo ha tardado ocho años en
admitir que el principal pretexto de
aquella guerra (existencia de armas de destrucción masiva en manos de Saddam
Hussein) no fue más que un engaño de la CIA. Eso sí, insensible a los seis
millones de españoles que protagonizaron la mayor manifestación de rechazo en
30 años de democracia, y a los
familiares de los militares muertos en aquella vergüenza, admite soberbio que
volvería a actuar de igual manera. Se mantiene en su línea habitual, frío como
el acero, insensible, orgulloso.
Su prueba de fuego fue, quizá, el
enfrentarse a los 75 muertos (62 de ellos militares españoles) del accidente
aéreo del Yakovlev 42 en Turquía. El Gobierno Español echó la culpa de la
desastrosa organización del vuelo a la OTAN, cuando el mismo fue gestionado por
nuestro Ministerio de Defensa, entonces en manos de ese otro engendro político
llamado Federico Trillo. De hecho, estos vuelos eran subcontratados a compañías
dudosas con aviones ex soviéticos en muy mal estado, que incrementaban su
precio por diez, al pasar por hasta 9 intermediarios, también de dudosa
identificación. De hecho, de los más de 142000 euros que pagó Defensa por ese vuelo, sólo 43000 fueron a parar a la compañía. El resto, se perdió por el camino. El mes anterior al desastre, se recibieron en el Ministerio 14
quejas formales de mandos militares y soldados, por el lamentable estado de los
aparatos. Aún peor fue el dolor provocado a las familias de las víctimas,
cuando exigieron una segunda autopsia y las pruebas de ADN confirmaron que el
70% de los cadáveres eran en realidad un amasijo de restos de varias personas en el mismo ataúd.
Las prisas en los funerales, por las muy próximas elecciones, ordenadas por
Federico Trillo, originaron esta chapuza. De todos modos, él, señalado por
todos los familiares como máximo responsable, quedó libre de culpa en el juicio
posterior, al cargarle el mochuelo a un general, un comandante y un capitán. Después de todas estas irregularidades, ni un solo alto cargo del Gobierno de Aznar dimitió ni fue cesado. La
Audiencia Nacional condena a los tres militares a tres años de cárcel en 2009…y el 19 de mayo de
2012, son indultados por nuestro querido Ministro de Justicia, Alberto Ruiz
Gallardón. Ya estamos en paz, señores.
En noviembre de 2002, otro
desastre saca los colores al impasible José María: el hundimiento del petrolero
Prestige. El vertido de setenta mil toneladas de fuel provoca la mayor marea
negra de la historia de Europa, y pone de manifiesto la falta de previsión y de
actuación del Gobierno Español. Manuel Fraga (Presidente de la Xunta) siguió
pegándole tiros a las perdices en un coto de Salamanca, después de ser
informado del desastre, y no apareció en los medios hasta 8 días después.
Álvarez Cascos (Ministro de Fomento) ordenó a Comandancia Marítima prohibir la
entrada en puerto gallego del buque, y alejarlo de la costa. La primera medida
hubiera localizado la catástrofe en una zona de pocos kilómetros de litoral
(así se manifestó el CSIC, según informe de protesta a la versión oficial. La
segunda, la trágicamente adoptada, propició que la fuerte marea afectara a los
1600 kilómetros que van desde las Rías Baixas hasta Francia. Brillante, Sr.
Ministro. Por cierto, el ectoplasma “sólo” tardo en visitar Galicia 31 días, y
no puso un pie en playa o cala alguna afectada por la marea negra. De todas
maneras, lo que realmente molestó a Aznar no fue esta serie de catastróficas
decisiones (archivadas sin una sola dimisión), sino la masiva respuesta
espontánea del pueblo español, que envió a las playas gallegas a decenas de
miles de voluntarios a quitar “chapapote”, a costa de su salud y con medios
precarios. Ya era imposible ocultar la tragedia a este país, a pesar de la
censura de los medios informativos. Eso no entraba en los planes.
Para terminar, el jueves 11 de
marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales, se produjo el más
brutal atentado terrorista de la historia de España. Diez tremendas cargas explosivas
detonaron en cuatro puntos diferentes de Madrid. El balance aterrador, 191
muertos y 1500 heridos. Cuatro horas después de los atentados, Aznar en persona
llama a los directores de los principales periódicos y cadenas de TV españolas,
asegurando que el atentado tiene el sello de ETA. Ana de Palacio, Ministra de
Exteriores, ordena a sus embajadores y cónsules que hagan lo mismo, y señalen a
ETA. Sin embargo, fuentes de la Guardia Civil, Policía Científica, CEDACS, CIA,
y servicios secretos británicos, franceses y marroquíes, dudan de la versión
oficial y apuntan al terrorismo islámico radical como autor de la masacre.
Inmediatamente, miles de
españoles espontáneamente, se agrupan frente a las sedes del PP, y airean sus
protestas por la manipulación informativa del Gobierno, que se empecina en la
conexión vasca. El posterior juicio en la Audiencia Nacional, en 2007, confirmó
que no existía prueba científica alguna en la dirección de ETA, y que toda la
responsabilidad del atentado era del grupo islámico yihadista que se inmoló en
Leganés. La sentencia fue ratificada por el Tribunal supremo en 2008. En total,
12 jueces aprobaron por unanimidad el veredicto, desarbolando la cabezonería de
Aznar.
Hasta aquí hemos llegado con los
claroscuros del gobierno de José María Aznar. En el próximo artículo, en breve,
atenderemos a las actuaciones de este señor irrepetible, posteriores a su
carrera política o descubiertas recientemente, que tienen más jugo que todo lo mencionado antes. Hasta
pronto, cómplices.