LA
PALABRA MÁS BELLA
Madre es la palabra más
bella en los labios de un hombre, y la llamada más dulce, madre mía.
No se puede decir más
con menos. Es el sacrificio por sus hijos hasta el fin de sus días, es el
eterno perdón sin reservas, el amor sin medida. Madre es la que te da el ser,
la que te gesta en su vientre, aceptando el dolor que se disipa con el llanto
de bienvenida a la vida. Es esa lágrima sin precio, que resbala por su mejilla,
con un solo beso.
Madre es todo, es la que
me enseñó a hablar su lengua y madre es la que mostró la palabra a mis hijos. Ella
es la que me arrancaba una sonrisa burlona, al besar a mi padre y enseñarme el
camino del amor verdadero. Madre es la que ahora, al besarme, arranca esa misma sonrisa de orgullo a la que
me trajo a este mundo.
Madres son las dos mujeres
que moldearon mi carácter, que me endurecieron para enfrentarme a este sendero
llamado vida. Madres son las dos que me guían en la oscuridad, son la luz de
mis ojos, la fuerza para seguir adelante, siempre adelante.
Madre mía, mujer con
mayúsculas, nunca te diré bastante lo muchísimo que te quiero, y me faltará
vida para recordártelo más a menudo. Seguro.
Mi amor, la madre de
mis hijos, tan imprescindible como el aire que respiro…las palabras se me
agolpan en la garganta. Sólo te puedo dar lo que soy, todo, sin reservas, todo
es tuyo. Por ti, siempre.
Hoy mi homenaje sentido
es para todas las madres, mujeres bellísimas todas. Y quiero dar ánimo, fuerza
y mi cariño, a dos madres guapas, que están pasando momentos un poquito
apretados: a mis queridas tías María y Puri. Adelante, siempre adelante.