“ESTO
NO ES ESPAÑA”
Esta
frase demoledora le espetaron los responsables de la agencia informativa norteamericana
Bloomberg, a los asesores del Gabinete de Prensa e Imagen de nuestro Presidente,
en un tono más que airado. Éstos, sabedores de que Don Mariano había metido la
pata hasta la ingle, presionaron hasta que el director de la Cadena
estadounidense zanjó la cuestión con un contundente “Mantendremos íntegra esta
información, porque opinamos que tiene gran valor periodístico”.
¿Dónde
estuvo el despiste del Presidente? En la soberbia, el exceso de confianza al
pensar que en una cadena especializada en Economía, le iban a hacer preguntas de
Economía, obviamente. Y no, el director le dio carta blanca a la periodista y
fue al cuello de Rajoy. Tras unos preliminares suaves y previsibles, vino el
navajazo, preguntando sin pudor por la corrupción y la financiación ilegal del
Partido Popular, el Caso Bárcenas, y la destrucción de pruebas físicas
esenciales para la investigación (toneladas de documentos destruidos y los
ordenadores portátiles del ex tesorero, que el PP entregó al juez con los
discos duros borrados).
Don Mariano empezó con sus “tics” nerviosos, con sus “mojigangas” faciales y
sudores fríos y, poco acostumbrado a responder preguntas incómodas en España…
su cerebro petó. Le pudo la soberbia y habló como esos mafiosos de Eliot Ness.
No negó la corrupción en su partido, no negó la adjudicación de obras públicas
a cambio de donaciones a su partido, no negó la financiación ilegal de su partido,
ni la entrega de sobres millonarios de dinero negro a miembros de su partido…
No.
Simplemente,
se limitó a decir que “…no se puede demostrar nada”, y que “ningún miembro de
su partido había sido enjuiciado”. Ay, Don Mariano, los nervios sin duda.
Olvida usted que el Sr. Bárcenas fue tesorero, interventor, y senador del
Partido Popular durante 20 años…y que está en prisión. Olvida también al
imputado Sepúlveda, alcalde corrupto y ex marido de nuestra Ministra de Sanidad,
Ana Mato.
Olvida
también usted a la trama Gürtell, que mantuvo negocios estrechamente con su
partido desde los tiempos de Fraga Iribarne, y que tiene a más de 20 imputados
en espera de juicio (hasta ahora, el único que ha pagado por esta podredumbre, es
el juez que la aireó, Baltasar Garzón).
Es
lo que tiene el no estar lidiado en estas plazas, Sr. Rajoy. Aquí, en España,
casi toda la prensa escrita y las cadenas de televisión le rinden pleitesía, y
son más que suaves cuando llega la hora de preguntarle. En cuanto acuden
periodistas inconvenientes, se esconde usted, de manera vergonzosa, detrás de una
pantalla gigante de plasma. Claro, así le luce el pelo cuando lo acorrala una
profesional independiente, sin miedo a engrosar la lista del paro al día
siguiente. En cuanto ésta se salió del guión establecido, los asesores del
Presidente sabían que la iba a liar.
Y
lo más triste, es que no hay autocrítica en este puñetero país, y mucho menos
en nuestro Gobierno. Esa Vicepresidenta Soraya, proclamando que lo único
importante de esa entrevista es que se anuncia a Rajoy como “el hombre que ha
salvado a España”, es patético, bochornoso, lamentable, y hasta mafioso (dígaselo a los 6 millones de parados, a los estafados por las preferentes, a los funcionarios, a los pensionistas...). No se
niegan las infructuosas presiones del Gobierno español para censurar la
entrevista, sino que se saca pecho y se zanja todo con un asqueroso “no hay
comentarios”.
Esto
es lo que, desde ayer, es otra guinda más a la Marca España, querida Soraya.
Nuestro Gobierno, su partido, cada día se parece más a la Cosa Nostra, porque
ya usted y su jefe no se molestan en negar el delito, sino que afirma sin
pestañear que no se puede probar. Aunque ustedes, su Gobierno, sean tan
estúpidos como para creerse sus propias mentiras, les tienen calados fuera de
nuestras fronteras, y la imagen de mi querido país está por los suelos, le pese
a quien le pese.
Después
acuse usted y los suyos al COI de corrupción, al otorgarle los Juegos Olímpicos
a Japón. El ladrón piensa que todos son de su misma condición. Quizá, volviendo
a la autocrítica, deberían ustedes aprender del Primer Ministro japonés, que
dimitió el pasado 2012, por aprobar recortes y reformas constitucionales en
contra de lo que prometió en su programa electoral, todo esto con mayoría
absoluta en el Congreso. Salta a la vista que el político en Japón, un poquito
más de vergüenza que el político en España
sí que tiene.