LA IRA DE JUAN DIEGO
Ha llegado hasta mí esta entrevista que el programa de la SEXTA, "Números Rojos", realizó al actor sevillano Juan Diego, el 15 de octubre de 2013.. Es un gesto impresionante de valor, el airear públicamente el inconformismo, la rebeldía contra este sistema corrupto, máxime cuando él es un hombre que vive del espectáculo, del cine y del teatro, esas profesiones malditas para nuestro Ministro de Hacienda, el también andaluz (aunque no lo parezca por sus gestos con mi tierra) Cristóbal Montoro.
Don Juan Diego, hombre que ya sufrió en sus carnes la dureza de la represión política de la dictadura de Franco, tiene ahora la oratoria, la claridad de ideas y esa lengua ácida que otorga el contacto con la realidad de la calle. Sus canas, las arrugas que marcan su rostro, se hicieron esa noche más rotundas, más graves, al desnudar toda la ira que guardaba desde hacía años. El que quiera saborear una dosis de valor y de realidad, que lea detenidamente esta entrevista, porque hombres así, idealistas y comprometidos, son los únicos que pueden sacar a España del pozo en el que nos están metiendo este Gobierno ultraconservador y arrodillado ante los poderes económicos.
El actor sevillano analiza frente a la grabadora de
Números Rojos las vicisitudes de esta época, la “menos humana” y “más indigna”
de todas las que le ha tocado vivir. Medio siglo de sublimes interpretaciones
en teatro, cine o televisión contemplan a uno de los más grandes de este país,
que estos días representa “La lengua madre”, un texto de Juan José Millás, en
el Teatro Español de Madrid.
Texto:
David Losa.
Es de esas personas con las que te sientas a hablar y
no percibes lejanía alguna. Ni por edad, ni por espacio vital, ni por las
vivencias que han acompañado a la existencia de cada uno. Cuando uno se pone a
charlar con Juan Diego (Bormujos, Sevilla; 1941) cuenta con la ventaja de
saberse su rostro, de tener grabada su voz a fuego en la memoria de tantas
películas, series, obras… Es, sin duda, una de las vacas sagradas de la
actuación, pero también un ser humano que nunca ha renunciado a decir lo que
pensaba, ni en los tiempos de la represión franquista ni ahora que expresa su
impotencia ante un “adversario invisible”, que ataca con palabras vacías. De
eso, entre otras cosas, va “La lengua madre”, el texto de Juan José Millás que
se representa hasta el 10 de noviembre en el Teatro Español de Madrid.
Luchaste
muchos años contra la dictadura. ¿No te parece más complicado hincarle el
diente a este ‘enemigo’ tan disperso?
Sin
lugar a dudas. Enfrentándote a la dictadura corrías peligro de muerte,
inmediata y tangible. De hecho, cayeron compañeros en las manifestaciones.
Ahora te matan de otra manera. El sistema anula las personalidades y las
ideologías de una forma estudiada y sistemática. El problema es que no te das
cuenta porque estás en una paranoia constante pensando en cómo sobrevivir. Pero
te vas muriendo desde el momento en que te quitan la dignidad. Te llaman y te
dicen pasa, miran tu currículum y te chulean, “¿con esto quieres trabajar aquí?
¿qué has hecho antes?”, –“Pero señor, tengo 20 años”, – “¿Y qué?”.
Entonces sales de allí temblando, con tu carrera y tus ‘nosecuantos’ cursos… Te
anulan, y por otro lado te distraen: que si Twitter, que si el fútbol… Eres un
bulto democrático, no un ciudadano.
Dices
que antes salir a la calle era más peligroso, pero ¿no hacía más daño al poder?
Es
verdad que ahora no escuchan, pero sirve. No hagamos caso a la falacia del
señor Rajoy y su mayoría silenciosa. Salir a la calle hace que no nos durmamos,
crea conciencia de que hay que pelear, de que siempre hay una esperanza contra
ellos, aunque no solucione nada a corto plazo.
Y
la “mala imagen exterior” que da tanta gente manifestándose en las calles…
Eso
es una enorme mentira. Ya lo tienen todo hablado, cuánto vamos a pagar, cuándo…
Juegan al despiste. Sale cada dos por tres De Guindos hablando como si lo
supiera todo, bla, bla, bla… y te cuenta que el año que viene ya no habrá
crecimiento negativo y mamarrachadas de ese tipo. Y mientras la gente se queda
pensando en eso ya te la han metido por otro lado.
Eso
enlaza con la “La lengua madre”, donde se alude a la perversa maraña del
lenguaje…
Es
que no dejan de introducir expresiones como cash flow, activos tóxicos… Yo no
tengo ni puta idea de economía, pero antes con cuatro nociones de Keynes
entendías el periódico. Incluso podías leer entre líneas. Todo lo que había
alrededor era humanamente descifrable, no programado por ‘máquinas’ que
determinan el destino de un país. Lo de ahora es la globalización de esa elite
que gobierna el mundo. Están dando órdenes a sus capataces, que son los
presidentes del Gobierno, los encargados de que trabajemos 14 horas, de que cobremos
cada vez menos. Y de vez en cuando les preguntan “¿qué tal?”; “bien, está
hecho, van entrando …”.
Veo
que compartes una desafección política casi generalizada. Pero, ¿crees que es
momento de no votar?
Eso
es más complicado. No votar ha dado la mayoría absoluta al PP. Y, ¿cómo manejas
los tiempos en que te toca vivir? La vida se pasa rapidísimo y la barbaridad
que están haciendo estos, con total impunidad, es muy grande. Si no hubiese
ganado el PP así habría sido más difícil para los mercados dar este golpe de
Estado. Pero les hemos dado carta blanca.
¿No
empezó antes ese ‘golpe de Estado’?
Claro,
empezó en los años 70, cuando los bancos centrales dejaron de hacer su función
y comenzaron a plegarse a los mercados. Ahí los mercados empezaron a crecerse,
hasta que se hicieron con el poder absoluto de las economías nacionales. La
globalización y la libertad de capitales ha precipitado todo, y cada día hay
menos Estado. Parecíamos un país que iba a remontar el vuelo, con gente
preparada, y nos están obligando a ser un país de camareros cultísimos, donde
el que te sirve el café es licenciado y encima tiene que ocultarlo para que le
den el trabajo.
Ahora
que la valoración de los políticos es pésima, se tiende a destacar a los que
hicieron la transición. ¿No se les ha idealizado?
Sí,
la correlación de fuerzas políticas en la transición se hizo para que la
izquierda no interviniese en los asuntos del país. Cuando se abre el melón
democrático se produce una desideologización de los políticos. La mayoría deja
de hablar de lucha de clases, de plusvalía… se entierran conceptos de la
izquierda transformadora que no aparecen más, y que también van muriendo entre
los ciudadanos.
Otro
tema delicado es el de las identidades frustradas dentro del Estado…
Se falta al respeto continuamente en ambas direcciones, y mientras no se están
cubriendo las necesidades básicas de la gente. ¿Es importante el tema? Sí,
importantísimo, pero si no hay ciudadanos no hay nacionalidad. También hay
mucho chovinismo, claro. Viajando se cura eso de “como Sevilla no hay ná”.
Dice Julio Anguita que un país con un 57% de paro
juvenil no tiene futuro.
Con razón. Es que van directamente al matadero, sin haber empuñado el arma de
la defensa ideológica, porque ya ni siquiera creen en los partidos. En nuestra
época la situación era tan manifiestamente injusta que cuando te ponías
enfrente te cargabas de razón. Ahora hay una mano invisible que te detiene en
tu desarrollo humano y profesional. Están cometiendo uno de los mayores crímenes
que se pueden hacer. Están gaseando ideológicamente a la gente.
¿En
qué tienes fe?
En
casi nada. En la razón, si acaso. Pero vamos, soy agnóstico de casi todo, hasta
que me tocan los cojones y me hago ateo.
¿Ni
siquiera en la política?
En
la política en serio, no en esto que se está haciendo, que solo trae
desgracias.
¿Haberte
señalado ideológicamente desde joven te ha perjudicado?
Ya me lo decía mi madre, “no te metas en política”… Supongo que sí, pero otros
no han hecho nada y les ha ido peor. Son decisiones que se toman y hay que ser
coherentes.
¿Ha
cambiado tu percepción del dinero?
En
los últimos años sí, porque apareció un hijo, que ahora es adolescente, y me
dije “hostia”, tú ya tienes una edad y un hijo, y hay que darle de comer,
déjate de tanta bohemia.
Parece
que la derecha disfruta llamando “estómagos agradecidos” a los artistas.
Ese
discurso ha calado en un grupo determinado de la derecha. No hay nada en el
mundo que no esté subvencionado. ¿A mí qué me enseña la Iglesia Católica más
que a joderme la vida, y se le dan 3.600 millones de euros al año? Es una
barbaridad que suban el IVA al 21% en los teatros y que en los toros y en el
fútbol sea del 10. Pan y circo.