NUESTRO
PAÍS NO LES PERTENECE
Proyecto de Ley de Protección y
Uso Sostenible y de Modificación de la Ley de Costas. Un nombre demasiado
pomposo y largo, para algo que se puede sintetizar en “Ley de Privatización de
las costas públicas de España”.
Así suena más duro, ¿verdad? En
la práctica, es el fin de las últimas playas vírgenes españolas. Asimismo, legitima
que los grandes complejos hoteleros para que arrasen con hormigón nuestras
arenas a su antojo; y fomenta la especulación urbanística de alcaldes y
empresarios corruptos, que creen que lo que es público, lo que es propiedad del
pueblo español, sólo sirve para hacerle más asquerosamente ricos.
Es el toque de gracia de la Ley
de Protección de costas de 1988. Es el disparo en la nuca de la memoria de
millones de ciudadanos, que creíamos que lo que quedaba de original, de
históricamente natural, en nuestro litoral, iba a permanecer inalterable. Sólo
nos va a quedar eso, el recuerdo de paraísos de dunas, arenas blancas,
acantilados, recónditas calas y aguas cristalinas… Todo esto morirá, como un
lejano sueño, ante la verborrea, la retórica puesta al servicio de los
corruptos, para ensalzar al nuevo y único Dios: DINERO. Y su brazo armado, el
NEOLIBERALISMO, la religión que predica que todo lo público sólo tiene un fin:
hacer más ricos a los ricos, y convertir al pueblo en zombis consumistas, para
cerrar el bucle.
Rebosantes de gozo, al borde del
orgasmo, deben hallarse esos Pedro J. Ramírez, Ana Obregón, Rodrigo Rato, y
tantos señores y señoras de la casta dominante, que estaban inmersos en pleitos
con la Justicia, para derribar sus mansiones a pie de arena. Sus lujosas casas,
sus muros de piedra y sus atracaderos de yates construidos por la cara en playas
y calas paradisíacas, impidiendo el paso y disfrute del resto de españoles, ya
están a salvo.
Arias Cañete, el ministro
botarate que pretende que nos comamos los yogures caducados, que nos duchemos
con agua fría para ahorrar, ha consumado el indulto a cientos de miles de
edificaciones ilegales, que hicieron que hasta la Comisión Medioambiental de la
UNESCO nos recordara que nuestro mayor tesoro, el turismo, está en peligro por
la masacre ambiental que está haciendo España con su litoral.
¿De verdad, Sr. Rajoy, que no
había alguien en el PP, que tuviera más coeficiente intelectual que un percebe,
para sustituir a este inepto? ¿O es realmente lo que buscaba? Un ministro, que
de vez en cuando suelta una perla, para que parezca idiota, cuando en realidad
está realizando perfectamente una labor encomendada: la sistemática
privatización de todo lo que hasta ahora era público, para ponerlo en manos de
empresarios sin escrúpulos (si tienen el carnet de su partido, mejor). ¿Es eso,
quizá? Sólo así se explica a una Ministra de Trabajo, encomendándose a la
Virgen del Rocío, o a unos Ministros de Justicia y de Educación, permitiendo que
la Santa Madre Iglesia dicte sus leyes… o a un Ministro de Interior,
anteponiendo la Biblia a la Constitución.
Acaba usted, Don Mariano, de
matar la esperanza de millones españoles, que confiábamos que las sentencias
favorables de los tribunales, que decretaban que monstruosidades urbanísticas
como el “Hotel Algarrobico”, iban a desaparecer para siempre de las arenas
donde jamás debieron construirse. Es más, su flamante ley, la que su mayoría “absolutista”
aprobó en el Parlamento el 24 de abril pasado, va a permitir que se vayan de rositas
los políticos y empresarios corruptos, los que construyeron estas salvajadas.
Todas las edificaciones que
burlaron la anterior Ley de 1988, construidas dentro de los 100 metros de Servidumbre
de Protección del Dominio Público Marítimo Terrestre, a partir de ahora están a
salvo, al fijarse este nuevo límite en tan sólo 20 metros. Brillante, Sr.
Presidente, ésta es la guinda a más medidas de su Gobierno, que ya está con el
norte perdido, no poniendo objeción alguna a que se profanen en pro de la
industria nuestros espacios naturales, o que se privaticen los montes públicos.
Los senderos, las montañas de Castilla La Mancha, que hasta donde llega la
memoria han servido para el disfrute del pueblo, van a ser privatizados por su
jefa de partido, la Presidenta María Dolores de Cospedal. Para entendernos, se
le quitan los montes al pueblo, para entregarlos a precio de saldo a los
grandes terratenientes (ávidos de cazar perdices con sus amigotes), o para que
construyan un par de urbanizaciones de chalets de lujo en la sierra, y así
hacerse más repugnantemente ricos.
Ga Natural Fenosa tiene ya
también permiso de su Gobierno, Sr. Rajoy, para extraer y almacenar gas en los
acuíferos del Parque Nacional de Doñana. Y no, no es una broma, o el título de
una película de terror. Da igual que tenga la máxima protección medioambiental
de España y Europa, da igual que esté considerado como la mayor reserva natural
del continente… lo que importa es que sus empresarios amigotes amasen montañas
de dinero. Descuide, que tiene una vacuna maravillosa contra la furia de los
millones de andaluces que, con gusto, le iban a recordar que no tiene usted
derecho a condenar a muerte nuestros espacios naturales.
Luís Bárcenas “el impronunciable”,
nos ha mostrado cómo los macro empresarios agradecen estos “favores”, soltando
dinero negro a mansalva a su partido político, o colocando a sus ministros
cuando llega el momento de “la patada” (con el deber cumplido, por supuesto).
Cómo me gustaría que el destino me obsequiara con unos minutitos de tranquila
conversación con su ilustrísima persona, Don Mariano… Si subastara públicamente
10 minutos de su tiempo (sin escoltas), a 30 euros, terminaba usted con la
crisis en un mes… ¿No se merece España este pequeño sacrificio?