PRESTIGE
VERGÜENZA
“La justicia es el pan del
pueblo, siempre tiene hambre de ella”.
René
de Chateaubriand (1768-1848) Diplomático francés.
“La absolución del culpable es
la condena del juez”
Publio
Siro, siglo I a.C., poeta romano.
He
elegido estas dos citas, porque definen perfectamente mi estado de ánimo, y el
de millones de españoles que asisten incrédulos a la pantomima de juicio, que
ha dictaminado que el planeta Tierra, el mar, la vida animal y vegetal, la raza
humana, y el pueblo, pierden. Y ese juez del Tribunal Superior de Xusticia de
Galicia, Juan Luís Pía, ha decidido que el Gobierno de hoy, las vacas sagradas
del Partido Popular de entonces, y los empresarios sin escrúpulos de siempre…
ganan.
La
verdad, no sé de qué me sorprendo. La Justicia está tan desprestigiada en este
país en los últimos tiempos, que hasta el pueblo sediento de ella se ha cansado
de exigirla. Miembros del Tribunal Supremo afiliados al Partido Popular,
magistrados que no ocultan sus preferencias ideológicas en público, jueces que
denuncian acoso y presiones por parte del Gobierno (Caso Noos, Caso Bárcenas,
Caso Gürtell…) y no son arropados por sus colegas, indultos por parte del
Gobierno que dejan en la calle a asesinos suicidas al volante, a mossos de
squadra torturadores, a alcaldes corruptos… la lista de afrentas a la diosa
Justicia son demasiadas ya.
La
catástrofe del Prestige, que sembró de muerte negra las costas de Galicia,
Asturias, Cantabria, País Vasco y Francia, según la justicia gallega, sólo tuvo
un responsable:
EL
MAR.
Sólo
dos desastres han resultado más caros en la historia de la humanidad: el
accidente nuclear de Chernobyl y la explosión del transbordador espacial Columbia.
La limpieza del vertido de petróleo y el sellado del buque costaron al pueblo
español 12.000 millones de euros, aunque la fiscalía sólo reclamó 4.100
millones, por daños y costes directos. ¿Quién va a pagar esa factura? Los de siempre, los que pagamos
el rescate de Bankia, los que fueron estafados por las “preferentes”, los
desahuciados, los parados, los apaleados por los antidisturbios cuando exigen
que se cumpla la Constitución, los olvidados por la diosa Justicia… los
españoles.
Este
juicio hubiera servido para dar un escarmiento ejemplar a armadores asesinos,
que pasean buques monocasco por nuestros mares, sin importares las
consecuencias ni el daño que pueden ocasionar estas bombas de relojería. Digo “hubiera”,
porque Mare Shipping, de Liberia (propietaria del Prestige), la griega Universe
Maritime (contratista), la rusa Crown Resources (propietaia de la carga), y la
británica The London Steamship Owner (aseguradora), se tienen que estar
partiendo el pecho de risa después del veredicto de la justicia española. De
los 4.100 millones reclamados, sólo les va a costar 22 millones de euros el
tercer desastre medioambiental de la historia de la humanidad. Los mismos 22
millones que ingresaron en los Juzgados de la Xunta hace 11 años, al comenzar
el juicio. ¿Algún iluso cree que estos desalmados se lo van a pensar la próxima
vez que tengan que pasear otro buque monocasco, comido por la herrumbre, por
delante de la Costa de Muerte?
Sólo
una anotación. El Prestige, de 27 años de antigüedad, fue sancionado por fallos graves de seguridad,
en los puertos de Nueva York y Rotterdam en 1.999. En 2.001 fue reparado en
Cantón (China), y la estimación de los astilleros de que se debían sustituir
1.000 toneladas de acero de los tanques de fuel en estado de corrosión, se
quedó en sólo 282 toneladas, por exigencia de los propietarios del buque,
asumiendo ellos la responsabilidad. Como guinda del pastel, la Asociación
Española de Operadores de Productos Petrolíferos, lo tenía vetado por fallos
graves de seguridad. Sólo así es explicable que una grieta de 10 metros en el
primer momento, se convirtiera en un monstruoso agujero de 37 metros en tres
días, sólo por la acción del oleaje.
Ciento catorce buques atravesaron la Costa de la Muerte ese fatídico 13 de
noviembre de 2002, y sólo el Prestige fue dañado por el temporal. Sabido esto,
sin meterme en honduras, está clara la responsabilidad criminal de los
empresarios propietarios del barco, en el desastre. Esto sin citar la maniobra
de dilatación del tiempo del rescate y desobediencia a la autoridad de
salvamento, por parte del capitán griego del buque, que se va air con 9 meses
de cárcel ( que no va a cumplir por su avanzada edad).
Esos
días, en los que la marea negra sembró de muerte las maravillosas costas
gallegas, sólo hubo alguien que estuvo a la altura: el pueblo español. Los
miles de voluntarios de todos los rincones de mi tierra, que acudieron en masa
a retirar chapapote, con sus propias manos, los miles de marineros y
mariscadoras de Galicia, que se echaron a las rías con sus chubasqueros blancos…
ellos sí estuvieron a la altura, de sobra.
Lamentablemente,
y últimamente sucede con demasiada frecuencia, aquel Gobierno y sus políticos,
no tuvieron un comportamiento digno, ni decente. Hagamos un rápido
recordatorio, ya que el pueblo español es tan dado a la amnesia. Los armadores
propusieron trasvasar la carga a otro buque. Los técnicos especializados
dictaminaron que la mejor opción era atracar el barco en un puerto próximo y
hundirlo de forma controlada, para evitar la marea negra.
¿Qué
decide nuestro Gobierno, por aquel entonces, de José María Aznar?
Alejar
el Prestige de la costa. Sin más, sin escuchar a los expertos, sin tener en
cuenta la dirección de las mareas ni el oleaje de diez metros de altura. El
Ministro de Fomento, máximo responsable legal, y boca de la que salió la orden,
pidió un informe de los técnicos al quinto día, cuando el buque estaba ya
prácticamente partido en dos. Brillante, Sr. Älvarez Cascos. Por cierto, el
susodicho informe lo pidió desde su cortijo, durante una cacería en el Pirineo
Aragonés. No pensarían ustedes que el mayor desastre medioambiental de la
historia de España le iba a privar de su afición favorita: matar bichos.
¿Qué
hizo el Delegado del Gobierno en Galicia de 2002? Pues el hoy Director General
de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de la Mesa, se limitó a transmitir la
orden de Álvarez cascos, y se “encomendó a la divina providencia de la virgen”,
como atestiguan las grabaciones de telefonía. Qué mala es la hemeroteca. ¿Esto
es lo que da de sí usted? Se supone que se le exige tener los arrestos y preparación
suficientes para afrontar una tragedia así. Encomendarse a la virgen siempre se
le ha dado bien a los de su partido, ahí está la flamante Ministra de Trabajo,
Fátima Báñez, para dar fe.
¿Qué
hizo el Presidente de la Xunta, al ser informado del desastre? Pues D. Manuel
Fraga Iribarne siguió pegando perdigonazos a las perdices, en un coto privado
de León, durante todo el fin de semana. Repito, no serían los que me leen tan
ingenuos como para pensar que 63.000 toneladas de petróleo de nada le iban a
poner nervioso, ¿verdad que no? Tardó ocho días en visitar la zona afectada.
¿Qué
hizo el Presidente del Gobierno? Pues José María Aznar guardó silencio
sepulcral durante tres días, para minimizar después el efecto de marea negra
(ahí está de nuevo la cruel hemeroteca), y visitar las zonas afectadas 31 días
después. Eso es reacción rápida. Por cierto, ni se bajó del helicóptero, no
puso un pie en la costa gallega, para evitar que alguien le arrojara un
mejillón bien gordo a la cara (los marineros y mariscadores estaban un poco
cabreados). Tampoco apareció para dar explicaciones. Hasta ahí podía llegar la
broma, a tener que aguantar el chorreo de eso melenudos ecologistas.
¿Qué
hizo el Vicepresidente del Gobierno? Pues Mariano Rajoy dio la cara en el
Congreso en vez de su jefazo, y en una actuación bochornosa y un insultante menosprecio
a los miles de voluntarios, dijo que “no es en ningún caso una marea negra, se
trata sólo de manchas muy localizadas… unos pequeños hilillos como de
plastilina, cuatro regueros que se han solidificado, en estiramiento vertical…”.
Unas manchillas de nada, de mil cuatrocientos kilómetros de costa, desde
Portugal hasta Francia.
¿Dimitió
o se inculpó a alguno de estos lamentables personajes políticos de nula
catadura moral? No. De hecho, alguno murió colmado de gloria, y otros han escalado en sus
carreras, tanto políticas como privadas. Es más, el más inepto de todos ellos,
el bocazas de los “hilillos de plastilina”, hoy gobierna mi país.
Una
oportunidad más perdida. Una ocasión perdida de asestar un sablazo de muerte a las mafias empresariales que tratan al mar
como un vertedero, y a las personas que viven de él como basura. Una
advertencia a los futuros políticos españoles que piensan que se pueden
cachondear del pueblo que les votó, y reírse de nuestra Constitución, sin
esperar consecuencias y sin asumir responsabilidades. Todo se ha esfumado. Los
ricos y poderosos han vuelto a ganar. El mar y el hombre pierden.
La
diosa Justicia está más ciega, perdida, y peor considerada que nunca.