LA
CAÍDA DE LOS DIOSES
“En
política se está en contacto constante con la mugre y hay que lavarse a menudo,
para no oler mal”.
Enrique
Tierno Galván, político español, 1918-1986.
Parecían premonitorias las duras
palabras de un hombre sabio, querido por el pueblo, de uno de los mejores
políticos de la historia de España. Él, uno de los padres de la democracia, de
las libertades que poco a poco ahora nos están robando, si se levantara de la
tumba volvería a encerrarse en su ataúd. La vergüenza volvería a matarlo, al
contemplar asqueado, lo que sus sucesores han hecho con su querido país.
Cuando los españoles creíamos que
la corrupción y nuestro descrédito internacional habían tocado fondo, otro
tsunami político nos hunde aún más en la miseria. Como una maldición bíblica,
la hemeroteca devuelve a estos aspirantes a dioses inmortales en los que se han
convertido nuestros gobernantes, a La Tierra. Obligados a dar explicaciones, a
humillarse públicamente, presos de la memoria de sus propias palabras.
Pero las cosas han cambiado.
Nuestros políticos de hoy no son aquellos que desafiaron a una rancia y
despiadada dictadura. Son una casta de intocables, atrincherados en sus
mayorías absolutistas. Son unos insensibles que vomitan sin complejos su
soberbia en la televisión, cuando el pueblo que les otorgó sus privilegios, les
exige responsabilidad.
El “honorable” Luís Bárcenas fue senador,
tesorero y gestor de las finanzas del Partido Popular durante 28 años. Este
personaje, defenestrado ahora por los mismos que defendieron su inocencia, por
los mismos que consiguieron expulsar de la carrera judicial al juez que destapó
toda esta podredumbre en 2009, manejaba hasta el último euro que circulaba por
la Calle Génova. Ahora, acorralados tras el escudo de la gaviota, esos
vergonzosos representantes de la “marca
España”, recurren a la doctrina de los tres monos: nadie vio nada, nadie oyó
nada, ni nadie va a decir nada.
En su mafioso concepto del poder,
ahora estos líderes piensan que el pueblo español sencillamente es imbécil. Los
Rajoy, Cospedal, Arenas, Sáenz de Santamaría y demás sanguijuelas del sistema,
quieren hacernos creer que Bárcenas despistó 22 millones de euros al partido,
los ingresó en 4 cuentas en Suiza y EE.UU., y que nadie sospechó nada.
Tienen la desvergüenza de
decirnos que este excremento de la política, que ha presentado pruebas de que entregó
sobres con cantidades de 5000 a 15000 euros al mes a los altos cargos del PP
durante 28 años, no inspiró duda alguna de su legalidad. Claro, es lógico que todos
callen, especialmente los que trincaron, porque esos dineros, no eran
declarados a Hacienda, eran de la caja B del partido, era dinero negro. Los
Fraga, Aznar, Rajoy, Arenas, Acebes, Cascos, Cospedal y demás morralla, no sólo
consintieron y (según Bárcenas) aceptaron estos sobres, sino que, como
presidentes y secretarios generales del Partido Popular durante 28 años
fomentaron la corrupción, las comisiones ilegales y las cuentas encubiertas
entre sus filas.
Para estos hijos de la
corrupción, ellos están por encima de las leyes…ésas mismas que aplican con
todo rigor contra el desgraciado albañil que es “trincado” por un inspector de
Hacienda, haciendo chapuzas sin darse de alta. Ellos, los mafiosos, no pueden
admitir que vieron, oyeron o aceptaron esos golosos sobres, porque desde ese
mismo momento se acabarían sus asquerosas carreras políticas.
En 2009 un juez valiente se
atrevió a destapar toda esta basura, se enfrentó abiertamente contra la mafia
política que hoy nos gobierna, y señaló con el dedo a los que manejaban las
cuentas negras del partido Popular. Tres años después, a pesar de haberse
demostrado ya que tenía razón, sólo una persona ha sido condenada por el Caso
Gürtel: el ex juez de la Audiencia Nacional, D. Baltasar Garzón. Creo que ya es
hora de que de una vez por todas, se haga justicia de verdad, y se restituya su
honor.
“Si
la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de
lo contrario ya no sería justicia”.
Paul Auster,
escritor y poeta estadounidense.
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