LA
ENFERMEDAD DEL IGNORANTE
“La
enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”
Amos
Bronson Alcott (1799-1888) Filósofo de EE.UU.
En tiempos de la vieja
República de Roma, lo mínimo que se exigía a uno de sus senadores era la
ORATORIA, el bellísimo arte de expresar las ideas, y de responder con solvencia
y convicción a las cuestiones que se le planteaban.
Si ese senador, por muy rico y
poderoso que fuera, no daba la talla, era aburrido o defendía de manera
impresentable sus propuestas, el resto del SENADO (incluidos sus compañeros de
partido) le daban la espalda, en silencio, y permanecían así hasta que el
abochornado tribuno abandonaba la sala (para siempre).
Ésta es, sencillamente, la
postura que deberían adoptar los periodistas que asisten a las ruedas de prensa
de nuestro aburrido e impresentable Presidente
carente de oratoria. Ya no voy a entrar en cuestiones políticas, de que sus
decisiones están enterrando los derechos constitucionales que tanto costó arrancarles
a los herederos del régimen del dictador Francisco Franco.
El mundo entero así, vería que
la prensa, uno de los pilares fundamentales de la democracia, ha dicho “BASTA”,
ha dicho “HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO”. El mundo vería que la prensa libre de este
país, que usted, Señor Presidente, está convirtiendo en una república bananera,
le da la espalda, en silencio… hasta que se marche de una vez. Usted ha
convertido en sospechoso a todo aquél que se rebela contra su repugnante
dictadura, ésa que paradójicamente le ha regalado el mismo pueblo español que
le ha votado masivamente. Ese pueblo que asiste estupefacto, superado por la
realidad diaria, que ve cómo usted en sólo dos años ha destrozado los derechos
fundamentales que tanto dolor costó a los que se rebelaron contra otro dictador
anterior a usted.
La decisión de hoy, 13 de
diciembre de 2013, de seleccionar usted a quién le pregunta, conociendo
previamente lo que se le va preguntar, tiene un nombre: CENSURA. Sencillamente,
porque pone una mordaza a los que no piensan como usted, a los “incómodos”,
esos desagradables periodistas que le hacen sudar, que consiguen ponerle
nervioso y decir las paparruchadas que usted dice, entre tics de su cara.
Usted, Señor Presidente, se merece de sobra que los periodistas libres de
España le den la espalda. Pero esta medida no será efectiva si los que trabajan
para medios de ultra derecha (no voy a citar nombres de sobra sabidos), no se
giran a su paso, y participan de la pantomima de libertad de expresión que
usted ejerce.
Líbrenos de su ignorancia.
¿Para qué asistir a este corralillo de comedias, en lo que se han convertido
sus ruedas de prensa? Escriba usted directamente lo que quiere que se le
pregunte y dele la nota a sus periodistas en nómina.
DIOS, QUÉ ASCO DE DEMOCRACIA
ESTÁ USTED DEJANDO COMO HERENCIA.
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