GRACIAS,
TITO.
Gracias,
Tito Vilanova, por tu ejemplo de lucha, por tu honestidad, por tu humildad, y
por tu valor. El puñetero cáncer se ha llevado a otro de los grandes. El
deporte (en general) y el barcelonismo
(en particular) han perdido a un icono, a uno de esos hombres señalados por el
destino, para perdurar en el recuerdo, inmortal.
Él
empezó con catorce años en La Masía, en la cantera del Barça, y aunque no
saboreó las mieles del Olimpo de los astros del fútbol, nunca, jamás, tuvo una
queja por su suplencia. Se retiró como deportista, pero el deporte ganó un
grandísimo entrenador. El alma gemela de Pep Guardiola, siempre en la sombra,
siempre en la retaguardia de aquél que regaló los mejores cinco años de fútbol
a Europa. El que hoy es flamante entrenador del Bayern de Munich, volvía su
mirada al banquillo, cuando las cosas se ponían mal, buscando el consejo del
sabio Tito. De hecho, cuando éste tuvo que retirarse para comenza r su criminal
tratamiento contra el cáncer, seguía asistiendo a su amigo y primer entrenador
con un teléfono móvil, desde el hospital.
Cuando
Guardiola terminó su obra en el Barça, después de ganar 17 trofeos de los 19
posibles en los que participó, en cinco años, Tito tuvo el valor de tomar las
riendas del equipo. Fue esa liga en la que el F.C. Barcelona batió todos los
récords posibles y la increíble barrera
de los cien puntos. Cuando estaba, al fin, saboreando las mieles del triunfo,
después de tantos años de esfuerzo discreto, el puto cáncer volvió a reclamar
su vida.
Él
se ha ido, pero su obra perdurará por siempre, su legado, la forja de un equipo
irrepetible, de un estilo de juego mágico, que contagió a la selección española
de fútbol y la convirtió en la campeona del mundo. Lo que hoy es España en la
historia de este deporte, en gran parte se lo debe a él, y si no que se lo
pregunten a Vicente del Bosque.
La
vida no ha sido justa contigo, Tito, se te ha llevado con sólo 45 años…
demasiado pronto, para disfrutar de tu gloria merecida. Si te sirve, allá donde
estés, te llevas la devoción de los culés (que quizá un poco tarde, se han dado
cuenta de lo que han perdido), y el respeto de los amantes de este deporte.
Yo,
a pesar de pertenecer a una saga familiar de seguidores del Real Madrid, sólo
puedo rendirte tributo por predicar con el ejemplo, con tu honradez. Sólo puedo
decir…
GRACIAS, TITO, POR TODO.
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