lunes, 16 de abril de 2012

LEY DEL OLVIDO


LEY DEL OLVIDO

El pasado 31 de enero se vivió uno de los episodios más bochornosos de la historia reciente de San Fernando, Cádiz. No, no estoy hablando del juicio en curso por “extraviar” 8 millones y pico de euros de las arcas municipales, a manos de los dos últimos alcaldes del Partido Andalucista y su cómplice de gobierno de los últimos años, el actual alcalde del Partido Popular. Éstos ya sienten el aliento del juez en la nuca y comprobarán en sus carnes si les ha merecido la pena. No iban por ahí los tiros.

El 31 de enero se debatió una moción de Izquierda Unida en San Fernando, exigiendo la aplicación de la Ley de Memoria Histórica 52/2007 y, como nos temíamos los más pesimistas, fue rechazada por el Pleno Municipal, con los votos de PA, PP y CxSF. Las bochornosas explicaciones que ofrecieron sus portavoces, deberían airearse a los ciudadanos de San Fernando, y así se darían cuenta de lo rancio, caciquero, ultra derechista, pro franquista y neo fascista que es su Gobierno Municipal.

Se negaron a retirar la estatua del General Varela de la Plaza Mayor, empezando por los frisos de exaltación del golpe de estado de 1936 de su pedestal. Se negaron a cambiar la nomenclatura de las calles de la ciudad que ostentan nombres de “personajes insignes” de la dictadura, en especial los que tienen demostradamente sus manos manchadas de sangre. Y por último, se negaron a exigir a la Santa Madre Iglesia que retire de San Fernando los símbolos fascistas, falangistas y anticonstitucionales de las fachadas de sus colegios privados y sus iglesias, así como que permitan de una vez el acceso a sus archivos para que centenares de familias isleñas puedan localizar a sus seres queridos asesinados y olvidados en fosas comunes en el cementerio municipal y por las salinas.

Hay un principio que está por encima de ideologías, y es el de la Justicia. Para los más desinteresados por recordar la más reciente historia de España, voy a argumentar el por qué no puede admitirse la vergüenza de esa estatua y de estos símbolos en la bella, histórica y constitucional ciudad de San Fernando.

Primero, el hijo de un desaparecido (hoy un hombre anciano), no puede pasear a diario por una plaza en la que está una monumental estatua en honor del general que encabezó el golpe de estado de 1936 en Cádiz y que facilitó la lista de personas (entre las que estaba su padre) que debían arrestarse, torturar y fusilar (sin juicio), para más tarde abandonar su cuerpo como la basura en una fosa común del Cementerio Municipal (documentada y no reconocida por el Ayuntamiento) o en mitad de las salinas y esteros del Sancti Petri.

Ahora hablemos un poco de ese “insigne isleño”, hijo predilecto de San Fernando, el general José Enrique Varela Iglesias. Él, una vez liberado de su cautiverio en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz (por un intento de golpe de estado anterior), publica el bando de guerra que desangrará España durante los próximos tres años. Él, junto con el general Mola, es el auténtico cerebro que guió los pasos de Franco. La única oposición al golpe en San Fernando fue la de los buques Lauria y Cánovas del Castillo. El primero fue bombardeado desde tierra y los supervivientes tiroteados antes de que alcanzaran la orilla. El segundo navío, se bombardeó con aviación, su tripulación se rindió y fue fusilada por orden de este “hombre ejemplar”.

De la Instrucción Reservada, Base 5 de 1936, ideada por Varela Y Mola, se desprende esta perla:

“Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo aquél que no piense como nosotros. Tenemos que crear una gran conmoción, todo aquél que secreta o públicamente sea defensor de la República debe ser fusilado en el acto.”

También es el “honorable” Varela el que autoriza la designación del comandante Ricardo de Isasi (también con su calle en San Fernando), como alcalde de la ciudad desde el mismo momento del golpe de estado. Él mismo, señalará con el dedo a todos los que deben morir, empezando por el alcalde democráticamente elegido, D. Cayetano Roldán Moreno y todos los concejales del consistorio, es decir todos los concejales de PSOE, Izquierda Republicana y PCE, excepto los de partidos de derechas, claro.

También este “ciudadano ejemplar de San Fernando” señaló con el dedo a los sindicalistas de CNT y UGT, algunos profesores de escuela y todo aquél que se hubiera señalado como anticlerical. Prestigiosas familias del pueblo, como los Barbacil (padre y dos hijos fusilados) y los Roldán (padre y tres hijos fusilados) eligieron el bando equivocado (el democrático). Todos estos hombres y mujeres, los auténticos héroes y víctimas inocentes de la sublevación militar, fueron confinados en los sótanos del Ayuntamiento o en el Penal de La Carraca en condiciones infrahumanas, confiscados todos sus bienes y torturados. Los fusilamientos empezaron el 21 de julio de 1936 y se han documentado hasta 1942, 129 personas certificadas de San Fernando, aunque la Asociación de Memoria Histórica AMERE está confirmando que puede tratarse de varios cientos.

Estos héroes, cuyo único pecado fue defender la democracia ante estos bárbaros, fueron fusilados durante años (algunos mucho después de terminar la guerra) en el Cementerio de San Fernando, en el muro Este del Penal de La Carraca, en el Paraje Pino Gordo del Barrio Jarana, y en Las Canteras de Puerto Real.

La única fosa común certificada es la del Cementerio de San Fernando, con cientos de cadáveres según testigos vivos, pero el Ayuntamiento después de treinta y tantos años de democracia aún no ha estimado oportuno darles entierro digno a esos hombres y mujeres, bloqueando la exhumación. Según también testigos vivos, en los caños al Este de La Carraca hay dos fosas comunes más, con cientos de cadáveres, que el Ejército no está por la labor de investigar. Descansen en paz estos héroes anónimos, víctimas de la sinrazón de militares ávidos de poder.

Hay documentación a toneladas de las bestialidades cometidas por el “insigne” general Varela y sus secuaces en La Isla. Y en el próximo artículo de este mismo blog, aportaré más para que no queden dudas de que mantener la estatua de ese genocida asesino en la Plaza Mayor de San Fernando es una vergüenza. Así mismo, permitir las calles dedicadas a José Enrique Varela Iglesias, Ricardo Isasi, Francisco García Ráez, Luís Milena y los hermanos Laulhé, y sus títulos de hijos predilectos en algunos casos; da testimonio de lo poquito que ha evolucionado la democracia en esta ciudad, que ha crecido tutelada por el Ejército desde el siglo XIX.

Los asesinos tienen calles y estatuas de bronce en su honor en San Fernando y sus víctimas anónimas esperan setenta años después que una triste lápida de mármol recuerde la fosa común del Cementerio Municipal a la que fueron arrojadas, como escombros de relleno. Mientras sus familias pasan por las calles con los nombres de sus asesinos cada día, los herederos de los asesinos son recordados con honores de héroes. Algún día valientes como Antonio Gil y sus camaradas de AMERE, que tanto han luchado por preservar la memoria de los desaparecidos, verán derribar esa estatua, símbolo de la infamia…y yo espero estar allí para verlo, con Inma, con Sergio, con José Ramón, con Tore, con tantos amigos idealistas…

2 comentarios:

  1. Gracias amigo, por tus palabras de aliento y también de denuncia.
    Desde La Isla, un fuerte abrazo.

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  2. Ni un paso atrás, nuca...se puede vivir, aprender a perdonar, pero si olvidas, le otorgas la verdad a los desalmados.


    NI UN PASO ATRÁS. ALGÚN DÍA TÚ Y YO, Y MI HERMANO GADITANO SERGIO, BRINDAREMOS CON UNA CAÑA DE CRUZCAMPO, VIENDO CÓMO DESMONTAN LA ESTATUA DE ESE ASESINO.

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