GRACIAS,
SR. PRESIDENTE
Gracias, D. Mariano, por
regalarnos a los españoles esa maravillosa reforma laboral de 2012, que da el
poder absoluto a nuestros sufridos, entregados al bien común y emprendedores
empresarios españoles.
No iba a comentar la nota
desesperada de una madre angustiada, porque ya bien se explica por sí sola.
Empresarios como el Sr. Roig (el que dijo que los españoles debíamos tomar
ejemplo del modo de trabajo de los chinos), son los que van a levantar este
país. Más tarde que temprano, tocaremos fondo y nuestros nuevos caciques del
siglo XXI empezarán a mover el mercado laboral…pero, ¿a qué precio?
Con esta reforma laboral, tan
ansiada por ellos, han conseguido que nuestros mejores universitarios y
emprendedores emigren en masa a Alemania.
Con su sistema esclavista y sus
salarios de miseria, con sus contratos de basura que subvencionados, han
conseguido mandar al paro a cientos de miles de trabajadores fijos e
indefinidos, para contratar a jóvenes súper cualificados, callados, sumisos y aterrorizados
porque una mala mirada o una palabra desafortunada los mande de nuevo al paro…sin
subsidio.
Sólo hay un país en Europa, en el
que el desnivel entre pobres (trabajadores) y ricos (sus amigotes banqueros,
políticos y empresarios, Sr. Rajoy), sea mayor que en España: Chipre. Pero aún
así, no es suficiente, avisa con nuevas medidas dolorosas para el pueblo…todavía
se nos puede exprimir un poco más de sangre.
Grecia, la intervenida, tiene un
salario mínimo interprofesional 100 euros más alto que el español.
Y, para redondear la faena,
nuestro querido presidente permite a nuestros generosos empresarios que
declaren sólo el 10% del dinero negro que tenía escondido en bolsas de basura,
para así blanquear el 90% restante. Eso sí, para compensar, al resto
(trabajadores) nos va a subir el IVA, nos va a negar la deducción fiscal por
vivienda, nos va subir la electricidad, el gas, el agua, el carburante, y
seguramente, va a acribillarnos con peajes en autovías ya más que pagadas.
No tengo palabras, Sr.
Presidente, para agradecerle el haberme abierto los ojos de manera tan clara. Ya lo tendré presente
cuando lleguen las próximas elecciones, esté usted seguro. Aunque pensándolo
bien, todavía quedan tres años, y tenemos tiempo suficiente para convencer a
más de sus votantes a que le den un guantazo electoral, que es lo que se merece.
Usted, ni es bueno, ni es justo,
ni es necesario para España y los españoles. No se merece llamarse presidente de
este gran país.
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