miércoles, 4 de julio de 2012



GRACIAS, SR. PRESIDENTE

Gracias, D. Mariano, por regalarnos a los españoles esa maravillosa reforma laboral de 2012, que da el poder absoluto a nuestros sufridos, entregados al bien común y emprendedores empresarios españoles.

No iba a comentar la nota desesperada de una madre angustiada, porque ya bien se explica por sí sola. Empresarios como el Sr. Roig (el que dijo que los españoles debíamos tomar ejemplo del modo de trabajo de los chinos), son los que van a levantar este país. Más tarde que temprano, tocaremos fondo y nuestros nuevos caciques del siglo XXI empezarán a mover el mercado laboral…pero, ¿a qué precio?

Con esta reforma laboral, tan ansiada por ellos, han conseguido que nuestros mejores universitarios y emprendedores emigren en masa a Alemania.

Con su sistema esclavista y sus salarios de miseria, con sus contratos de basura que subvencionados, han conseguido mandar al paro a cientos de miles de trabajadores fijos e indefinidos, para contratar a jóvenes súper cualificados, callados, sumisos y aterrorizados porque una mala mirada o una palabra desafortunada los mande de nuevo al paro…sin subsidio.

Sólo hay un país en Europa, en el que el desnivel entre pobres (trabajadores) y ricos (sus amigotes banqueros, políticos y empresarios, Sr. Rajoy), sea mayor que en España: Chipre. Pero aún así, no es suficiente, avisa con nuevas medidas dolorosas para el pueblo…todavía se nos puede exprimir un poco más de sangre.

Grecia, la intervenida, tiene un salario mínimo interprofesional 100 euros más alto que el español.

Y, para redondear la faena, nuestro querido presidente permite a nuestros generosos empresarios que declaren sólo el 10% del dinero negro que tenía escondido en bolsas de basura, para así blanquear el 90% restante. Eso sí, para compensar, al resto (trabajadores) nos va a subir el IVA, nos va a negar la deducción fiscal por vivienda, nos va subir la electricidad, el gas, el agua, el carburante, y seguramente, va a acribillarnos con peajes en autovías ya más que pagadas.

No tengo palabras, Sr. Presidente, para agradecerle el haberme abierto los ojos de manera tan clara. Ya lo tendré presente cuando lleguen las próximas elecciones, esté usted seguro. Aunque pensándolo bien, todavía quedan tres años, y tenemos tiempo suficiente para convencer a más de sus votantes a que le den un guantazo electoral, que es lo que se merece.

Usted, ni es bueno, ni es justo, ni es necesario para España y los españoles. No se merece llamarse presidente de este gran país.

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