domingo, 26 de febrero de 2012

LA FÁBULA DEL PERRO


LA FÁBULA DEL PERRO.

El OBRERO, ataviado de mono de trabajo y un tanto desaliñado, imagen clara de su precariedad económica y ansias de encontrar trabajo, se encuentra con el PATRÓN, y el DOCTOR, que charlaban cordialmente. Un poco contrariados por la interrupción, atienden a tan molesta visita.

OBRERO: Buenas tardes tengan ustedes. Sr. Patrón, ¿tiene usted un momento?

PATRÓN: Dime, hombre, ¿qué te pasa?

OBRERO: Estoy desesperado, hace tres años ya que no encuentro trabajo y no puedo más. Me va a embargar el banco la casa, porque no puedo pagar la hipoteca, y ya he agotado todo subsidio o ayuda. ¿No tendría usted nada para mí? Lo que sea, de verdad.

PATRÓN: La cosa está muy mal para todos, buen hombre. La crisis no entiende de clases ni respeta a nadie…

OBRERO: Lo que sea, Patrón, haré lo que sea necesario.

PATRÓN: Hombre, pues mira, vas a tener suerte. Tengo un empleo para ti.

OBRERO: Lo que sea. Que Dios se lo pague.

PATRÓN: Tengo un puesto vacante de perro de compañía.

OBRERO: ¿Cómo dice?

PATRÓN: De perro, ¿no me has oído? De perro.

OBRERO: ¿Pero habla usted en serio?

PATRÓN: No es momento de remilgos, es momento de decidir si quieres trabajar o no. La elección es sencilla.

OBRERO: No, no se moleste usted, Patrón…pero, ¿qué hay que hacer?

PATRÓN: Pues de perro, tonto. ¿Tú sabes ladrar?

OBRERO: Claro, claro…¡Guau, guau!

PATRÓN: ¿Eso es todo? ¡Más fuerte, joé!

OBRERO: ¡¡¡ GUAU, GUAU!!!

PATRÓN: Bien, bien, eso está mucho mejor…También tendrás que andar a cuatro patas.

El desesperado trabajador, tragándose su orgullo, se tira al suelo y camina como un perro, jadeando.

PATRÓN: Pero sin cortedad, hombre, rózate un poquito por las piernas, gánate el pan.

El obrero se revuelca por el suelo y se enrosca alrededor de las piernas de su amo.

OBRERO: ¿Está bien así, Patrón?

PATRÓN: Me has convencido, el puesto es tuyo. Te incorporas mañana.

OBRERO: ¿Y cuánto voy a cobrar, señor?

PATRÓN: Pues el salario mínimo, 647 €, ¿es justo, no?

Entra en escena un segundo obrero, ataviado igual que el primero, y que interrumpe la conversación.

SEGUNDO OBRERO: Patrón, perdone, pero no he podido evitar escuchar. Yo estoy dispuesto a trabajar por 500 €.

PATRÓN: Ojú, me pones en un aprieto…

OBRERO: ¡¡¡ 400 €, 400 €!!! Patrón, por Dios, tenga piedad.

SEGUNDO OBRERO: No, ya por 400 no…

PATRÓN: El puesto es tuyo, por 400 €, enhorabuena.

OBRERO: Gracias, Patrón, que Dios se lo pague…

PATRÓN: Nada, hombre, nada.. Hasta mañana, a las 7, en mi casa.

El patrón abandona la escena, seguido del segundo obrero, que le sigue implorando un empleo. El trabajador se queda a solas con el médico.

MÉDICO: Felicidades, buen hombre. ¿Qué te pasa? ¿No te alegras?

OBRERO: Pues verá…es que de perro…

MÉDICO: Venga, venga, no hay que tener tantos reparos en los tiempos que corren. Lo que hay que decidir, como bien dice nuestro querido Presidente, es si se quiere trabajar o no. Así de fácil.

OBRERO: ¿Usted cree que esto me afectará psicológicamente?

MÉDICO: ¿Me estás preguntando como profesional?

OBRERO: Por supuesto, doctor. ¿Cree que me afectará anímicamente?

MÉDICO: Pues son 3 €.

OBRERO: ¿Cómo dice?

MÉDICO: ¿No te has enterado ya de lo que es el copago sanitario? Son 3 € por la consulta. Lo siento.

Rechinando los dientes, el trabajador hurga en sus roídos bolsillos.

OBRERO: Pues nada, tome usted sus 3 €.

MÉDICO: Pues verás…mi dilatada experiencia me dice que, con toda seguridad, tu orgullo y tu dignidad van a sufrir un varapalo brutal, del que no te vas a recuperar en tu vida. Y también es muy probable que te cueste tu matrimonio…pero, en fin, al menos tendrás trabajo. ¿No?

OBRERO: Gracias, doctor. Vaya panorama que me presenta usted. Hasta mañana, voy a contárselo a mi mujer.

MÉDICO: Oiga, oiga, ¿dónde va?

OBRERO: Pues a mi casa, ¿por qué?

PATRÓN: Son 3 € por el diagnóstico.

MORALEJA: Cuando estés convencido de que ya no se te puede exprimir, pisotear tu dignidad y humillar más, siempre habrá un buitre carroñero (llámese banquero, empresario o político) que te recordará que estás equivocado. Cualquier parecido con España después de la “necesaria, justa y buena” reforma laboral de nuestro Gobierno, es pura casualidad.

Este relato está inspirado en una idea de ese maravilloso talento de EL ROTO, un dibujante que con su pequeño rincón en el Diario El País, ha dedicado su vida a defender la democracia, los derechos humanos y la dignidad de los que no tienen voz. Gracias también a Pedro Moreno, por su fidelidad a los valores democráticos, y por tener esa firmeza al defender lo justo contra lo injusto, y de tener esa incómoda costumbre de defender al débil contra el poderoso.

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